Eduardo Chillida

La obra de Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002) constituye un legado de referencia ineludible en el panorama artístico del siglo XX. 

Sus monumentales esculturas, influidas por el arte oriental, logran un sabio equilibrio entre forma y vacío, entre lo material y lo espiritual, usando como materiales la tierra, el hierro, el acero, el granito y la luz. La obra gráfica del escultor muestra esta misma relación con el espacio mediante superficies de densa negrura en contrapunto con el vacío primigenio del papel.

Sus creaciones están presentes en más de veinte museos del mundo y muy especialmente en el Chillida-Leku (Espacio-Chillida), el grandioso museo al aire libre que el artista inauguró en septiembre del 2000.

Ha recibido casi todos los premios existentes: de la Bienal de Venecia al Kandinsky, del Wilhem Lehmbruck al Príncipe de Asturias, del Kaiserring alemán al Premio Imperial en Japón.

Poetas y pensadores como Octavio Paz, Gabriel Celaya, José Ángel Valente, Gaston Bachelard o Martin Heidegger han hecho eco en sus escritos de la gran importancia de su trabajo.